martes, octubre 31, 2006

Mirando sus ojos verdes...


Después de sentarme a su lado en aquel café miré sus ojos verdes. Era un color intenso, no te dejaba mirar otra cosa que no fuera él. Su sonrisa iluminaba toda su cara y sentí una alegría inmensa de haberlo conocido. Una amistad que comenzó por medio de la computadora y que, luego de algunos años, sacamos el tiempo para compatir. Era más guapo de lo que me podía imaginar. Su voz era mucho más sexy de lo que se escuchaba por teléfono y me hacía celebrar como una niña de quince años cuando terminábamos de conversar.

Me presentó con sus amistades en la mesa. Todos muy cultos, amables, escritores y poetas. Me sentía abrumada de felicidad al tenerlo a mi lado, de las conversaciones de sus compañeros todas sumamente interesantes. Pero era su mirada hermosa acompañada con una sonrisa la que me tenía totalmente embelesada . Sentía mi cuerpo llamado a la locura.

Luego de ver el espectáculo entre cigarros, vino, tertulia y música, deseé estar a solas con él. Llegó un momento que mis palabras no desearon salir. Sólo corrían miles de palabras convertidas en deseos por mi mente. Un instinto llegó de la nada: debajo de la mesa, le tomé la mano. Volteó su cabeza de la conversación y me miró con sus hermosos ojos verdes. Sé que leyó en los míos lo que hace años habían deseado. Sonrió con timidez y leí lo que siempre quise leer en esos ojos. Sonreímos y seguimos escuchando a sus amigos. Deseaba besarlo.

Para mi sorpresa se disculpó con sus amistades diciendo que era tarde y que debía llevarme a mi casa. Nunca imaginé una excusa tan apropiada. Agradecí a todos su hospitalidad y salimos del lugar. No hubo palabras de camino a su casa. Sólo nuestras manos jugaban a lo que sentía el cuerpo. Sentía mi cuerpo estallar.

Llegamos a su apartamento. Era como me lo imaginaba: acogedor, muchos libros y un balcón con una vista hermosa a la ciudad. Mientras caminaba hacia el balcón, sentía sus ojos recorrer cada paso de mi cuerpo. Mientras mis manos posaban en las barrandas del balcón, sentí uno de sus brazos atrapando mi cintura y con su otra mano, me dio una copa de mi vino favorito. Tomé un poco cuando al mismo tiempo, él besó mi espalda. Mi cuerpo se estremeció por completo. No dije palabras. Mi suspiro fue música para él.

Continuó tocando con sus labios mi piel y sus manos se aferraron a mi cuerpo. No necesitábamos las palabras. Ya se había dicho todo hacía mucho tiempo. Sentí como su cuerpo se unía al mío en aquel balcón con vista a la ciudad. Sus manos dejaron caer mi vestido. Seguía de espaldas a él. Viajaba por cada una de las estrellas que brillaban en el cielo, cada vez que estremecía con sus caricias y besos mi cuerpo.

El viento bailaba al ritmo del centelleo de las estrellas por nuestros cuerpos desnudos. Me viré y quise mirar a sus hermosos ojos verdes. Besé cada uno de ellos. Esos ojos me habían acompañado en muchos de mis sueños más ocultos y más deseados en hacerlos realidad. Nuestras bocas se unieron por varios minutos mientras nuestras manos jugaban con nuestra piel. Tomó mis caderas y me subió a él. Me llevó a su cama mientras no dejaba de recorrer mis senos. No dejaba de mirar sus ojos. Ellos no dejaban de admirar cada detalle de mi cuerpo.

Cuando sentí nuestra unión final, sus ojos hermosos se clavaron en los míos. Fue increíble sentir ese movimiento dentro de mí, a la vez que me hablaba con sus ojos. Me estremecí muchas veces, pero no dejé de mirarlo. Mi viaje por el universo no era negro, era verde, era hermoso, cada vez que sentía venir un choque de meteoritos dentro de mí. Su explosión también fue memorable. Sus ojos se tornaron más verdes. Por años ambos habíamos deseado viajar por ese universo donde el deseo puede más que la razón. Se acostó al lado mío y me leyó un cuento que había hecho hace muchos años inspirado en mí.

Volví a besar sus ojos. Dibujé imaginariamente en su pecho todos mis pensamientos mientras me leí. Cuando terminó, me miró con una hermosa sonrisa y tocó nuevamente mi cuerpo de una manera especial. Besó mi vientre, mis senos, mi sexo. Besó mi cuello, mis caderas, mi boca, mi cielo. Sus manos hablaron las mismas palabras. Mi cielo cambiaba a un precioso verde. Comenzaba otra vez nuestro viaje, sólo que esta vez.... Sonó el teléfono, desperté completamente sudada. Era mi pareja llamando para despedirse, ya que iba a descansar. Luego de finalizada la llamada, me recosté en la cama mirando al techo. Reí maliciosamente. Llevo años con ese deseo. No lo puedo evitar. Marqué su número de teléfono. Dos horas después estaba sentada en el café de mi sueño, mirando los ojos verdes por primera vez. Él tomó mi mano. Deseo leí en sus ojos. "¿Viajamos por tu universo verde?" fueron sus palabras.


domingo, octubre 22, 2006

Las mujeres como mariposas


Volamos por la vida buscando el lecho perfecto donde dejar nuestra vida. Somos tenedoras de una belleza que muchos quisieran. Pero son pocos los que cuentan se dan, que lo que nos hace hermosas es que realmente amamos la palabra LIBERTAD.

El porqué de este blog


No soy nueva en esto. Llevaba algunos meses escribiendo en un blog que lo consideré personal. La descripción de este fue una amena y a mi entender de interés. Me entusiasmé mucho y escribí de todo un poco. Luego de estar casi un mes sin nada que decir me fijé que había cometido un error... Había hablado demasiado de mi vida personal, pero a la misma vez de mi vida laboral.

En realidad no fue hasta que un colega me dijo que no debía mezclar esos dos aspectos pues me trairía problemas. Aunque no los tuve, quise evitar y borré todo el blog. En realidad no me arrepiento. ¿Por qué? Porque llegó un momento que el blog no me llenaba y me sentía cohibida en escribir. Tenía un poco de temor que alguien de mi trabajo supiera que escribía de mis intimidades y criticaba otras cosas. O sea, no sabía de que manera escribir y eso me frustó un poco. A veces somos marcados con la palabra profesionales y debemos, aunque no queramos, seguir lo que la sociedad dicta como definición de persona profesional. Para ellos no tenemos vida privada y sobre todo hasta para irnos a dormir debemos ser profesionales. Uno puede ser culto y educado, pero somos puertorriqueños igual que todos y más que todo sufrimos, padecemos, amamos, vamos al baño, nos gusta ir de conciertos y tal vez nos gusta una música que se supone que un profesional ni escuche. Eso no es justo. Pero con ello debemos vivir y esta es una de mis manera de desahago. Siempre he amado escribir, desde pequeña. Siempre he dicho que es mi mejor manera de expresarme.

Pero nuevamente me animé y quise hace algo nuevo. Lo único malo es que perdí muchos de mis contactos links que me gustaba visitar a menudo. Espero volver a encontrarlos y que también puedan disfrutar mi nuevo blog. Gracias por visitar.